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El escriño

El escriño


Es una de las piezas más difíciles y bonitas de la cestería alistana, la cestería en espiral, que se aplica a materiales finos y muy moldeables.

Se tejía con tiras de paja de encañadura de centeno que ya habían separado de las espigas en la era. Eran pajas seleccionadas de más de un metro de largo y atadas formando haces que luego se envolvía en corteza de zarza o silva partidas por la mitad que se unían unas a otras en cada vuelta.

Escriño con tapa, Fotografía de Nuria Vasco

Se recomendaba cortar los tallos de la zarza de la última primavera sin ramas, es decir, renovizas, a ser posible hay que cortarlas en invierno, dicen que mejor en cuarto menguante del mes de enero, al igual que la madera, como decíamos en días pasados.

Una vez cortadas se le limpian de espinas, se rajan a la mitad vaciando el corazón, luego se deja secar la «casca» o cáscara
.
Digamos, que estas pieles o cáscaras serán después las hebras que se utilizarán para tejer cosidas con una aguja artesana de «urz» o brezo de unos 15 cm, curvada y ciega, osea, que no tenía ojo pues sólo se utilizaba como punzón para pinchar entre la paja y poder pasar la hebra, es decir, la cáscara de la zarza, por el agujero hecho por el pincho.

El escriño se empieza haciendo una base plana doblando en espiral la encañadura de centeno hasta que tenga el diámetro elegido haciendo una circunferencia y procurando que el puñado de paja tuviera siempre el mismo grosor para poder llevar un nivel por todo. De lo grande que se hiciera el culo dependería luego su capacidad. Cuando se había alcanzado la altura deseada se remataba con una última fila más ancha y dura que hacía que el escriño no se deformase y mantuviera una forma semirrígida. Lo mismo se hacía en el culo, colocando una trenza ancha y dura que le daba estabilidad y firmeza.

Ya tenemos un recipiente que nos servirá para muchos años y que utilizaremos según nuestras necesidades.

Escriño y ollas de barro, Fotografía de Nuria Vasco

Además el escriño tiene unas cuantas ventajas con respecto a los cestos de mimbre normales. Una de ellas es que no tiene agujeros, así que no se sale ni un grano, ni siquiera la harina.

Otra es su estabilidad, no se suelen volcar.

La utilidad era variada, los pequeños, también conocidos como «escriñas», para la puesta de huevos de las gallinas, para medidas de piensos y granos. Los grandes se usaban para «comederos» sobre todo de vacas, también de otros animales, para guardar la matanza. Es un recipiente magnífico para conservar la harina, el grano, patatas, en algunos sitios las legumbres aunque nosotros las guardamos en bolsas de tela, en definitiva toda una gran variedad de alimentos que se conservan en las mejores condiciones posibles de humedad y ventilación y, además, fuera del alcance de roedores e insectos.

Como podéis ver, todos los materiales son naturales se encuentran en la naturaleza y salen gratis, como también ocurre con los cestos y cestas.

Extraido de Página · Comunidad Facebook Riofrio de Aliste


Mi agradecimiento a la pagina ( Facebook) de Riofrio de Aliste, por permitirme poder plasmar algunos de sus artículos en este blog sobre Zamora, mi mas sincero agradecimiento.

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