Muchas veces pasamos los zamoranos por delante de nuestros monumentos, sin reparar en su significado e importancia pretérita. Aún siendo conocedores de gran parte de la impronta que en la historia dejaron los nuestros, hay cosas que parecen haberse olvidado, o bien que no se han remarcado lo suficiente, no siendo en ningún caso acontecimientos de poco calado, si no más bien todo lo contrario. Es el caso de la escultura que hoy acompaña a esta publicación, que homenajea a un tal Alfonso Henriques y que se encuentra situada junto a las ruinas del convento de San Francisco en el barrio de Cabañales en el lado sur del Duero.
Corría el año 1095 cuando Alfonso VI Rey de León gobernaba una gran extensión del territorio peninsular. El Rey Leonés, hermano de nuestra Señora Doña Urraca de Zamora, tenía dos hijas, una con pleno reconocimiento o legítima (Urraca de León) y otra (Teresa) que había tenido fuera del matrimonio o ilegítima. A ésta última, durante la fecha referenciada, le cedería la gestión del Condado de Portugal.
Teresa enviudó tempranamente (de Enrique de Borgoña) quedando a cargo en viudedad de su hijo Don Alfonso Henriques. Por su parte, su hermana Urraca, y ya siendo Reina de León, tendría a Alfonso VII de León.
Las hermanastras no se llevaban excesivamente bien, motivo por el cual se sucedieron continuas luchas entre ellas a lo largo de los años.
Esta rivalidad entre ambas fue heredada por sus hijos, pero en el caso de la condesa Teresa de Portugal, además hubo de sufrir la rebeldía de su propio hijo Don Alfonso Henriques, que en el año 1128 la derrotó en la batalla de San Mamede, obteniendo con ello el control del condado portugués.
Don Alfonso Henriques prosiguió durante los siguientes años con la expansión condal portuguesa, derrotando a los almoravides en la legendaria batalla de Ourique (1139), y de este modo consiguiendo anexionarse un mayor territorio condal.
No transcurrió mucho tiempo desde aquella batalla para que los propios soldados de D. Alfonso Henriques lo reconocieran como Rey de Portugal. Pero hubo de ser en Zamora, mediante el Tratado del mismo nombre, cuando en el año de 1143 el Reino de Portugal recibiera el reconocimiento como tal, dejando de ser un condado subordinado al Reino de León, y pasará a ser un Reino vasallo del ya por entonces Emperador de toda Hispania, Alfonso VII Rey de León.
Este vasallaje del Reino Portugués hacia el Reino de León tendría su punto y final en el año 1179, cuando el Papa de Roma lo hace vasallo suyo, y ya se puede hablar de un Reino plenamente independiente (si es que ya no lo había sido...aún los historiadores discuten sobre ello).
Portugal fue Reino independiente hasta el año 1580, en el que nuevamente sería anexionado a las Españas, pero esa ya es otra historia.
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