Castillo de Zamora
El Castillo de Zamora abrió de nuevo
sus puertas en agosto de 2009, con una imagen totalmente renovada y un
acondicionamiento espectacular, tanto de la fortaleza y sus estructuras
defensivas como de los jardines colindantes.
De forma romboidal, está formado por una serie de estructuras
concéntricas, foso, contrafoso, liza, cuerpo residencial y patio
interior. Destacaba la torre del homenaje, la más alta, donde vivía el
señor del castillo y último reducto defensivo de la fortaleza. En las
fases de recuperación se han encontrado cinco torres más.
El Castillo de la ciudad de Zamora
se encuentra situado sobre una gran roca, bajo la cual confluían los
ríos Duero y Valderaduey, creando éstos una vega agrícola magnífica que
abastecía a este entorno con una gran variedad de productos. Esta roca
natural de piedra arenisca se convertiría en la cantera que iba a
proporcionar la piedra necesaria para la construcción de la fortaleza y
además, las labores de extracción de la piedra, originaron el primer
elemento defensivo, el foso.
El Castillo vivió una época de gran esplendor en la Edad Media,
sufriendo una importante transformación en el siglo XVIII para
convertirlo en un fortín artillero y adaptarlo así, a los nuevos métodos
de ataque y defensa de las ciudades, la artillería.
Es en el siglo XVIII cuando la liza interna de la fortaleza se rellena
de tierra para proteger los gruesos muros, que en la Edad Media habían
protegido a sus ocupantes de piedras y saetas pero vulnerables ahora
ante los nuevos cañones.
Este relleno en la liza va a generar una plataforma por la que subir la
artillería al nuevo cuerpo de fusileras, pero también deja oculto el
adarve o paseo de ronda primitivo y las escaleras que conducían a él,
todo ello recuperado tras las obras llevadas a cabo. Desde los años 30,
la fortaleza había sido invadida por los jardines que la rodeaban,
originando éstos una serie de empujes sobre la barbacana, además de
importantes derrumbamientos en la pared del contrafoso.
Con las obras de recuperación realizadas en los últimos años y dirigidas
por el arquitecto zamorano Francisco Somoza, el Castillo ha recuperado
parte de su esplendor pasado creando una atmósfera única que evoca
tiempos lejanos. A través de las pasarelas de granito se accede a toda
la fortaleza y desde la Torre del Homenaje se disfruta de una de las mejores vistas de la Catedral y de la ciudad de Zamora.
Pero el Castillo de Zamora no solo es un elemento histórico ya que en
él, el arte constituye un elemento fundamental, desde 2009 alberga el
espacio expositivo Baltasar Lobo, Castillo Centro de Arte.
Un espacio que forma parte del conjunto histórico del Castillo y que se
funde con la historia de Zamora, proyectando la realidad de una ciudad
atractiva no solo a nivel histórico, que lo es, sino una importante sede
artística y cultural.
El museo, ubicado en la Casa de los Gigantes, edificio que a lo largo de
la historia formó parte de las antiguas estructuras defensivas del
Castillo y antiguo lugar en el que se guardaban los tradicionales
gigantones, ha sido adaptado a un nuevo concepto de uso: el artístico, y
en él se ha instalado la exposición central de la obra de Baltasar
Lobo.
MUSEO BALTASAR LOBO - CASTILLO CENTRO DE ARTE
La obra del autor de Cerecinos de Campos puede admirarse en los Jardines del Castillo, en el recorrido de la Liza y en la conocida como Casa de los Gigantes. Un singular escenario para 73 de las piezas de Baltasar Lobo.
Zamora ha sido la cuna de muchos artistas de renombre cuya obra ha
tenido repercusión tanto nacional como internacional. Entre ellos
destaca Baltasar Lobo, al que Zamora rinde hoy homenaje con un Centro de
Arte que recoge parte importante de su vida y obra. Un lugar integrado
en el Castillo de Zamora y ubicado en la Casa de los Gigantes, antiguo
lugar en el que se guardaban los gigantones, que ha sido adaptado a un
nuevo concepto de uso, el artístico.
A lo largo de dos plantas, el Centro de Arte Baltasar Lobo, recoge parte
importante de la obra que fue cedida en su día a la ciudad y que
incluye, dibujos, fotografías, útiles de trabajo y más de medio centenar
de obras que el escultor zamorano realizó a lo largo de toda su vida.
Obras realizadas en diversos materiales, con formas únicas y con una
concepción diferente de la realidad.
Nacido en Cerecinos de Campos el 22 de febrero de 1910, Baltasar Lobo es
uno de los escultores españoles más notables del siglo XX. Su formación
se inicia a la edad de 12 años cuando entra a trabajar en un taller de
imaginería de Valladolid. En Madrid estudia en la escuela de Bellas
Artes y el Círculo de Bellas Artes. Durante la Guerra Civil Española se
traslada a Francia exiliado, recibiendo ayuda personal de Picasso y de
Henry Laurens del que recoge el interés por lo curvilíneo que
caracteriza toda su obra. Allí vivió y realizó toda su obra hasta su
muerte en París en 1993.
Baltasar Lobo es el artista de las cosas fundamentales y elementales que
rara vez necesita escapar de la temática más tradicional de la
escultura para hacer valer su intensidad y su personal manera de
concebir las cosas. En sus obras destaca la inmediatez de los motivos,
cuando estos son reconocibles y la sutil pureza de las formas en los
años de mayor proximidad con la abstracción.
J.M.S.
Fuente: Terranostrum
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