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Pinturas del salón plenario de la Diputacion de Zamora

Es a finales del siglo XIX, con una Zamora en pleno proceso de expansión comercial ( fundamentalmente vinculada a la industria harinera ) y con la reciente división regional y provincial del estado español ( 1833 ) en el horizonte cercano, cuando se planteó por parte de las autoridades competentes la construcción de un palacio para albergar las instalaciones y plenos de la institución provincial zamorana, la Diputación. Como ya hemos señalado en alguna que otra ocasión, la fachada de tan insigne edificio tuvo en la figura de Eduardo Barrón a su principal y sobresaliente artífice, pero hoy queremos centrarnos especialmente en el salón palaciego.

Corría el año de 1880 cuando la diputación realizó un concurso para dirimir quien se encargaría de decorar la sala plenaria. De estos hechos se hacía eco la revista " LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA Y AMERICANA" en su página 262, del número XL, en el citado año de 1880: "La Diputación provincial de Zamora, que había publicado un programa de concurso para decorar el salón de sesiones de su palacio, acordó por unanimidad, en sesión del dia 7 del mes que fina (Octubre), aprobar el proyecto presentado por el pintor catalán Sr. D. Ramón Padró y Pedret".

Don Ramón Padró (Barcelona, 1848 - Madrid, 24 de abril de 1915) fue un pintor catalán decimonónico que, entre otros menesteres, trabajó como pintor de cámara del monarca Alfonso XII. Provenía de una familia de artistas, pues tanto su padre, Ramon Padró i Pijoan, que fue escultor, como su hermano Tomás, que fue dibujante y pintor, alguna culpa seguramente tuvieron en que él decidiera también dedicarse al mundo de las artes. Cursó estudios en la Escuela de la Lonja de Barcelona, a los que siguieron otros más en París e Italia en su formación como artista. Tras unos primeros años en Barcelona, en 1876 se instaló en Madrid, ciudad donde falleció en el año de 1915, no sin antes legarnos a todos los zamoranos una obra sobresaliente en nuestro palacio provincial.

LAS PINTURAS

Padró estudió y utilizó la historia representada en los dos cuarteles del escudo de Zamora, los símbolos que guardaba la bandera zamorana, así como las propias hazañas zamoranas, para con ellos cubrir los muros y techos del salón del Palacio de la Diputación Provincial de Zamora, a cuya encomienda decorativa se dedicó durante el periodo comprendido entre 1880 y 1882. En el techo Don Ramón ejecutó una composición basada en 3 escenas:

En la primera pintó al Viriato de la seña bermeja con el trofeo de las haces romanas, a las que ató las ocho bandas rojas, en recuerdo de las ocho batallas consulares ganadas a la Roma imperial, aquella que por entonces se sentía cual dueña y señora del mundo, y que sucumbió a manos de aquel pastor y caudillo que algunos dicen nacido en el Torrefrades sayagués.

La segunda escena, con el puente de Mérida al fondo, recuerda el momento de la toma de esta ciudad extremeña por medio de las tropas leonesas, en las que los zamoranos encabezando las mismas, estuvieron combatiendo y franqueando a su paisano D. Alfonso IX Rey de León, el cual, tanto en agradecimiento por su lealtad, como por la destreza demostrada en tan importante batalla (1230), mandó grabar en el segundo cuartel del escudo de la leonesa ciudad del Duero, el puente emeritense para que acompañara por siempre al ya presente brazo de Viriato del escudo semurensis (mención pétrea replicada de igual modo en la puerta de Olivares o del Obispo de la muralla zamorana)

En la tercera de las escenas, pintó el momento en el que Fernando el Católico añadía a la seña bermeja la banda verde que portaba en el pecho, tras ganar los ejércitos leoneses (con los zamoranos nuevamente en cabeza) en la batalla de Toro-Peleagonzalo, contienda donde se estaban dirimiendo los derechos de sucesión a la corona entre Isabel la Católica y Juana la Beltraneja, y cuyo desenlace propició que su mujer se asegurase el trono de cuantos reinos se disputaban ambas mujeres y los partidarios de cada una de ellas.

En los muros del salón de plenos, las pinturas proyectadas por Padró tienen como protagonistas a las infantas leonesas Doña Urraca y Doña Elvira (señoras de Zamora y Toro respectivamente) y completando el triunvirato del cerco zamorano, a un heroico, canoso y sabio Don Arias Gonzalo,
del que cuenta el romance que envió uno tras otro a sus hijos a morir en el palenque en defensa de la honra de la ciudad, cosa quizás más inventada que real por ser fruto de los cantares que bajo pluma castellana se escribieron, y que jamás supieron asumir la derrota, muerte y desaparición de su primer monarca Don Sancho, y también de su propio reino, el castellano, tras escasos 7 años de existencia, gracias todo ello a la valerosa y temeraria incursión en el campamento enemigo del leal Don Bellido Dolfos, liberando a la ciudad y al reino del asedio castellano. En estos muros aparecen también representados otros dos reyes nacidos en Zamora, conocidos por la historiografía como Fernando III y Juan II (nacidos en Valparaiso y Toro respectivamente).

Todas estas historias y los legendarios personajes representados, fueron concebidos en la madurez concienzuda del estudio, y ejecutados con una vigorosa maestría, encontrándose unidos, encuadrados y entrelazados por guirnaldas y ramos, a la par que son sostenidos por genios entre pilastras y cariátides, con fondos que se asemejan a tapices dorados, y completándose todo el conjunto con un cuadro central dedicado al monarca Alfonso XII, del que Don Ramón Padró, como dijimos anteriormente, fue pintor de cámara.

Además de todo ello, completando el conjunto aparecen los escudos de los partidos judiciales zamoranos de finales del siglo XIX (Alcañices, Benavente, Bermillo de Sayago, Fuentesauco, La Puebla de Sanabria, Toro, Villalpando y Zamora) todos ellos engalanados con una guirnalda con el escudo leonés remarcando de este modo su pertenencia milenaria, pretérita y presente, al Reino de León, (hecho también reiterado por medio de todos los blasones, y de las esculturas leoninas que existen por doquier en todo el interior de la sala).

En la actualidad esta preciosa edificación podemos disfrutarla todos los ciudadanos al encontrarse abierta al público con cierta asiduidad, y desde aquí emplazamos a todos aquellos que no la hayan visitado, a que lo hagan, pues bien merece la pena toparse con un buen pedazo de nuestra historia de forma tan sobresaliente y condensada.

Fuente de los grabados: Biblioteca Nacional de España, publicados por la revista "Ilustración Española y Americana" en el año de 1882.



Fuente: https://www.facebook.com/ZamoraNoEsCastillaEsLeonesaAPerpetuidadd

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