Adobe en Septiembre
Se solían hacer en el mes de septiembre cuando se acababa de trillar y todavía el tiempo era soleado para secarlos, pues necesitaban varios días con ausencia de lluvias, que no siempre era así.
Este sencillo y ecológico material de construcción tan usado en la arquitectura tradicional alistana, de carácter tan genuinamente popular, del buen hacer de esos albañiles que, carentes de materiales nobles, han sabido crear espacios para vivir y para las actividades agrícolas y ganaderas.
Esa tradición hoy día está prácticamente relegada al olvido por el empleo de nuevos materiales. Sin embargo aún hay personas que piensan en las ventajas que aporta la construcción con barro crudo y están dispuestos a usarlo para rehabilitar viviendas en los pueblos.
Como aislante, tanto acústico como térmico, el barro no tiene competidor, en cuanto a la economía que representa el usarlo es bien evidente si te los fabricas tu mismo. Además se estará usando un material de la zona con lo cual no se entra en todos los procesos contaminantes de producción y transporte actuales de construcción. Es por tanto un material ecológico al máximo.
La fabricación de los adobes no requiere una destreza especial, ni una herramienta difícil de conseguir. Sólamente hace falta el barro, agua, paja, una horma o adobera y muchas ganas de mancharse. La tierra ha de ser arcillosa, fuerte y húmeda, se puede obtener de los bordes de las lagunas o pozas (en Riofrío salía buen barro en los parajes llamados Valdetei y Valmayor, donde se hacían los adobes al contar con suficiente agua).
El sistema de fabricación es sencillo: arrancada la tierra o barro, se criba perfectamente para limpiarla de impurezas (palos, raíces, piedras...) se amontona y mezcla con paja, se añade agua al tiempo que se pisa para facilitar que aun los más pequeños terrones se empapen bien. Una vez hecha la masa del barro, se vuelca en unos moldes rectangulares, las adoberas.
El barro se aprieta bien retirándose el sobrante al pasar un rasero por encima, que consigue dar una superficie lisa a la pieza. Para que el barro no se pegue a la adobera, y los adobes salgan bien, se moja aquella con agua, o se mancha con arena y ceniza. Los adobes, una vez hechos, se dejan secar al sol durante un par de días, dándoles vueltas de vez en cuando, y colocándolos sobre uno u otro costado, para que el sol y el aire los seque bien por todas partes.
Las construcciones de adobe se suelen remozar con una capa del mismo barro con lo que dan ese aspecto tan curioso de las casas típicas y también como mortero de la pared de piedra.
Las paredes de adobe exteriores deben ser levantadas encima de una base impermeable de piedra. Los adobes no pueden estar en contacto directo con el suelo para evitarse los problemas de humedad.
Además se utilizaba para hacer paredes divisorias, tabiques, chimeneas, hornos, todo ello encalado con barro.
El molde u horma para fabricar adobes adobera, es de madera, se utilizaba para que saliesen todos los adobes de las mismas dimensiones.
Existía una en curva para hacer los adobes del horno que era de forma abovedada, de mayor envergadura y solo de barro, sin paja, llamados «de tapia» que después se enfoscaba toda la superficie con barro amasado.
El barro de Aliste y Alba es conocido desde antiguo por su calidad como demuestra el viejo refrán de Alonso de Correas que versa:
«Buen barro hay en Muelas,bueno hay en Pereruela».
Y no nos olvidemos del barro para alfarería de Moveros.
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