INVASION MUSULMANA/PERIODO DE RECONQUISTA
La invasión musulmana de la península ibérica abre un nuevo territorio de influencia denominado al-Ándalus que se integró inicialmente en la provincia norteafricana del Califato Omeya, para convertirse inicialmente en un emirato y posteriormente en un califato independiente del poder abasí. La victoria musulmana ante las tropas visigodas en la batalla de Guadalete dio paso libre a las posibles incursiones. Tras ello se produjeron diversas oleadas de invasión musulmanas que se iban adentrando en la península. Con el avance de la Reconquista iniciada por los cristianos de las montañas del norte peninsular, el al-Ándalus inició su declive hacia el sur. La provincia de Zamora estuvo durante un breve periodo bajo la dominación musulmana y su provincia fue denominada Méreda. La población pasó a ser dhimmi, es decir cristianos en terreno musulmán. Las tropas de Alcama se hicieron pronto con la ciudad de Zamora. Entre cristianos y musulmanes se encontraba un terreno despoblado que supone en la actualidad la comarca de Aliste. El primer reino que comenzó el avance hacia el sur fue el de Asturias, siendo la ribera del Duero la frontera natural entre ambos.
LA FRONTERA: EXTREMA DORII
Las incursiones militares de Alfonso I “El Católico” (yerno de Don Pelayo) sobre las tropas de Alcama dejaron vastas zonas de la provincia zamorana devastadas y desiertas de población, en lo que históricamente se denomina Desierto del Duero. Recupera Benavente y hace construir un castillo. En su lucha con las tropas de Abenhut en el año 748 por la ciudad de Zamora logra liberarla. No obstante careciendo de personal con que habitarla, abandona el recinto zamorano. Desde el 718 al 748 fue dominada por los musulmanes el área que se denomina en la actualidad provincia de Zamora. La facilidad con la que las tropas de Alfonso I logran la ciudad de Zamora hace pensar a algunos historiadores que la ciudad no estaba fuertemente amurallada por aquel entonces. Construida por alarifes toledanos. La rapidez del avance cristiano que no dio oportunidad de establecimiento de una logística, y la incapacidad para repoblar el terreno hizo que la zona fuera una área intermedia por ambos contendientes. No obstante, la ciudad comienza a nombrarse como Çamora en las crónicas musulmanas de esta época Alfonso II “El Casto” inició también hostilidades con los musulmanes, siendo su primera victoria en Lutos, dominó en las comarcas ribereñas del Duero, dejando por espacio de medio siglo la zona inhabitada.
Gobernando Alhaken I en el Califato de Cordoba por el 811, encarga repasar con sus tropas la frontera del Duero recibiendo una dura derrota por parte de las tropas de Alfonso II. En un segundo intento envía a Omar, Wali de Mérida que ataca Benavente. Esta segunda incursión, que finalmente se produce en la batalla de la Polvorosa (o del campo de Mato) es igualmente reprimida por Alfonso II en el 812, y en ella nace la leyenda de la Virgen de la Vega como patrona de la ciudad que recogiendo piedras en su regazo las lanzaba a las tropas de Alhakén I. Dicha Virgen aparece desde entonces en el escudo de la ciudad. En una tercera incursión, el propio Alhakén I gobernando sus tropas agarenas sufre una última derrota frente a la ciudad de Zamora. En 834 el recién Abderraman II cruza de nuevo las lindes del Duero y comienza de nuevo su invasión. La ciudad tuvo durante el reinado de Alfonso II una incipiente muralla, siendo el Castillo de Zamora erigido igualmente en esta época.
Posteriormente en el año 875 el joven e incipiente rey Alfonso “El Magno” a sus dieciocho años reúne un ejército en Asturias, y pasando por sucesivas batallas en Astorga y Benavente, llega a asistir a los habitantes de ciudad de Zamora de un asedio musulmán. Conquistada la ciudad por Alfonso III, es atacada de nuevo por las tropas de Almondhir, durante los asedios acontece un eclipse de luna que se interpreta como un mal augurio por los musulmanes asaltantes y esto obliga a Almondhir a calmar a sus tropas. Durante este asedio Almondhir toma un gran contingente de tropas, y se dirige a Benavente para hacer frente a Alfonso III que parte con gran ejército desde León. Finalmente se encuentran en Polvorosa donde acontece la batalla de Polvoriana a orillas del Órbigo. Alfonso logra detener el avance provocando un gran desgaste de tropas de Almondhir. En esta batalla intervino Bernardo del Carpio que por sus servicios solicitó al Rey la libertad de sus padres. Gracias a esta victoria la ciudad de Zamora gozó de un periodo de tres años de calma, intervalo que se aprovechó para fortificar e intentar repoblar la ciudad, así como el alfoz.
Alfonso III eligió Zamora como lugar de residencia y fue el primero que repobló las áreas desiertas de los pueblos del Campo Gótico. Las repoblaciones de este periodo se encuentran descritas documentalmente en la Crónicas de Alfonso III. Este rey pasó tiempo viviendo en Zamora, en su testamento reparte su reino con sus hijos, quedándose él con la provincia de Zamora. La ciudad de Zamora estuvo vinculada durante los siglos VI y VII a Astorga. La perspicacia de Alfonso III se percató de la importancia geoestratégica de la ciudad zamorana, y pronto la dotó de murallas defensivas mejorando las existentes, almenas y la repobló con poblaciones del norte de España, así como mozárabes de Toledo, Coria o Mérida. La ciudad de Zamora creció en tamaño. Instaura en la ciudad un obispado: Atila Obispo de Zamora en el 905. Atilano, debido a su vida prodigiosa se convierte en patrón de la ciudad y cien años tras su muerte fue canonizado por Urbano II. Es en esta época en la que Zamora y Toro forman parte de la frontera sur del reino de León, en lo que se denomina Extrema Dorii (los “los extremos del Duero”). Esta frontera irá desplazándose progresivamente hacia el sur, dando lugar al origen etimológico de Extremadura. El hijo de Alfonso III, Garcia I “El Ambicioso” se dedica igualmente a repoblar y fortificar la ciudad de Toro con habitantes que trae de vascónica. De esta época es la Iglesia de San Juan de los Vascos (De los Gascos por corruptela). En este periodo de tiempo se construye además el Monasterio de Santa Maria de Moreruela que pertenece al Orden de Cister (Una inscripción data su fundación en época de Bermudo “El Gotoso”). La posición de Zamora en este periodo que va desde el siglo ocho hasta principios del once, la hace tierra fronteriza entre cristianos y musulmanes.
REINO DE LEON Y TERROR DE ALMANZOR
Años después en el 914 fallece García I en el recinto de ciudad de Zamora, pasando el reinado por línea dinástica a Ordoño II que reunifica el reino de Lusitania y León. Ordoño acaba siendo substituido por Fruela II que finalmente reunifica el Reino de León. La ciudad aparecía a comienzos del siglo X fortificada y con sus barrios repoblados. A pesar de todo, desde comienzos de este siglo, recibe la ciudad nuevos ataques, siendo el primero de ellos Abul-Kassim, que tras un asedio a Zamora se enfrenta a las tropas cristianas en feroz batalla junto a la ciudad durante cuatro días, en los aledaños de la Peña de Francia. El fragor fue tan intenso que las crónicas mencionan a ese día de julio como el Día de Zamora.
A comienzos de la primavera de 939 se preparaba una nueva ofensiva por parte de Abderraman III, la invasión corría de parte del príncipe Almendahffar. La trayectoria de la ofensiva alcanzaba a Zamora. Llegando a las murallas de Zamora se encarga de formalizar su asedio a Ábdala ben Gamri y al Walí de Valencia. Durante el asedio, al oír las tropas musulmanas que el rey Ramiro II se acercaba a la ayuda de los zamoranos, formaron un contingente que se enfrentó en la Batalla de Simancas. Tras la batalla regresa Abderramán al asedio contra Zamora, donde el 5 de agosto 939 se celebra la batalla de Alhandic (denominada también del foso de Zamora). Esta batalla hizo que las tropas de Abderramán entraran finalmente en la ciudad. Pocos años duró esta dominación hasta que fue liberada la ciudad de nuevo en una incursión sorpresa realizada por Ramiro. En 949 se produce un terremoto capaz de cambiar el curso del rio Aratoy (Río Valderaduey).
Las luchas por conquistar la ciudad de Zamora, se repiten una y otra vez. La muerte de Ramiro II da inicio a la sucesión de Ordoño III que afronta numerosas rebeldías internas. Muchos reyes del Reino de Leon pactan amistad con califas de Córdoba hasta que en 977 Almanzor aparece en escena. En 981 comienza la ofensiva contra la zona cristiana, rompiendo los años de paz anteriores. Una de las primeras razias las dirige contra los terrenos de la provincia de Zamora. Uno de los mártires cristianos de esta primera razia es Domingo Yánez Sarracino. Los avances por tierras zamoranas llegan hasta Benavente. La progresión de Almanzor amenaza a los reinos del norte de la península. El desconcierto en las ciudades cristianas finaliza en la batalla de Calatanazor en la que Almanzor se da finalmente a la fuga, hace que la presión musulmana en provincia disminuya. El resultado de estas batallas fue un nuevo despoblamiento de la zona. En 999 Bermudo II muere dejando el cetro del reino a su hijo Alfonso V, siendo este niño aún. Este hasta el primer tercio del siglo X repuebla las zonas de Benavente, Toro y Zamora. Impone durante estos años de paz el fuero de León en terrenos bajo influencia zamorana. En esta época es cuando se realiza el hallazgo de la Cruz de Carne.
La penúltima restauración de la ciudad corresponde al reinado Fernando I y se repuebla con habitantes procedentes de León concediéndoles un fuero especial en 1061. Empleando para ello modalidades de Presura. De esta reconstrucción de la muralla de Zamora queda el apelativo de la "bien cercada". Dentro de su cerco se encuentran los edificios más importantes, sedes del poder político y religioso. La calle principal o Rúa unía la Puerta Nueva con el Castillo, coincidiendo con el eje este-oeste y la zona de expansión de la ciudad extramuros. Fernando I es considerado el primer Rey de Castilla (a pesar de que otros autores no piensan lo mismo) y de su unión con Sancha deja cinco hijos a repartir su reino. A Urraca recibe la ciudad de Zamora, el mayor Sancho de Castilla, Alfonso VI se queda con el Reino de León, García con Galicia y parte de Portugal, y Elvira la ciudad de Toro. Sancho pronto ambiciona las posesiones de sus hermanos. Entre los vasallos de Sancho se encuentra Rodrigo Díaz De Vivar (El Cid) que es el jefe de las tropas e investido caballero en la Iglesia Santiago de los Caballeros cercana al Castillo de Zamora. La vida de este caballero que se hará denominar El Cid y Campeador dará origen a un cantar de gesta denominado Cantar de mío Cid. Desde el acceso al trono de Castilla de Sancho II los últimos días del año 1065 hasta la muerte de este rey en 1072, el Cid gozó del favor regio como magnate de su séquito.
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